miércoles, 28 de noviembre de 2007

La Casa Azul - La revolución sexual (de las piruletas)

Director de imágen de La Casa Azul: "Mierda... se nos han acabado las pastillas...
así que en este disco, todos quietecitos... así, así, como robots con cara de no-nos-quedan-chicle-cosmos...
lo que hay que aguantar... chicle-cosmos los llaman..."

R: Nos encanta la música de La Casa Azul. Por eso vamos a dedicarle un post. Por eso y porque estaba deseando desvelar el pasado oculto de mi co-protagonista en este blog. Así que, ¿sabíais que miss Estela, antes de ser la diva que mejor combina los tonos de negro, tuvo un pasado de pop piruletero? Sí señor, se hacía llamar Flechazo (por Los Flechazos), vestía con camisetas de colores (costumbre que está recuperando, todo sea dicho) y se sabía de pé a pá los discos de Ellos, Juniper Moon y cosas parecidas. Y como sé que es un bicho vengativo, antes de que lo desvele ella, lo haré yo: mi pecado fue no el pop piruletero, sino el pop de parapapapás y naranananás (usease: La buena vida y demás). Vamos, que todos tenemos un pasado. Lo genial del último disco de La Casa Azul es que nos permite mirar ese pasado... sin avergonzarnos. La revolución sexual es un festín de pop piruletero que demuestra que Guille Milkyway no sólo sigue en buena forma, sino que además sigue puliendo canciones pop perfectas con un trasfondo bastante jodido. Si esto os suena a chino, mejor os paráis a escuchar las letras de sus canciones.

E: Claro que sí, porque todos tenemos un pasado, y la vida son etapas, y a quien madruga Dios le ayuda y podría estar escribiendo tópicos hasta mañana. Y sí, una vez fui popi (lo de Raül es peor, porque todavía lo es). Popi de verdad. De flequillo y gafas de pasta cuando las gafas de pasta eran de lo más weirdo y cualquier cosa menos guay. ¿Y qué quereis que os diga? En un pasado no muy lejano un chico me grabó en una cinta (cuando grabar una cinta significaba algo) Me gustas de El sonido efervescente y meses después me envió en un sms un trozo de una canción de Los Flechazos. Y una que en el fondo siempre ha sido una romántica recuerda eso como dos de las cosas más bonitas que me ha hecho un chico, y en su momento me revolvió las hormonas tanto como para pedirme por correo todo el catálogo de Elephant. Lo dicho, pasado y etapas. Pero por suerte con el tiempo una se vuelve más objetiva y menos impresionable y aunque escuchar un disco con carga emocional está bien, está mejor poder hacerlo de la forma más desnuda y hacerlo tuyo pero sin tremendismo. Y reconozcámoslo, las letras de La Casa Azul son de esas universales, que todos pensamos que se han escrito justo para nosotros y pueden ser dadas un poco al tremendismo de lagrimilla fácil (y popi), porque como dice Raül, bajo ese sonido naïve y festivo se esconden unas letras tristes y bastantes meláncolicas, y sí, Guille a veces llega a dar penilla. Supongo que eso es lo que hace especial a Guille Milkyway como letrista y compositor. Eso y la capacidad asombrosa de aprehender la cotidianeidad más simple y transformarla en rimas y música.
Así que llegados a este punto puedo decir que La revolución sexual es más de La Casa Azul, más producido y más revolucionado. En definitiva, mejor. POP con mayúsculas, ingenuo pero jamás sonrojante, apto para todas las edades (desde la del pavo hasta la más madura), festivo pero muy profundo (¿que no? anda que no es profunda Chicos malos, que dice verdades como puños!). Pero sobretodo La revolución sexual es un catálogo de temazos, un disco que uno se pone de prinicipio a fin en el que ninguna canción es dicordante, ninguna sobra, en el que en cada esucha descubres nuevos sonidos, nuevos samples, cada vez más y más capas de arreglos. Un disco que una pone en el trabajo a las nueve de la mañana y todo el mundo de su planta reseña el buen rollo que transmite. Que sí, que a veces mola el rollo autocompasivo, y las letras tremendérrimas y los dramones musicales, pero de vez en cuando también viene bien reirse de uno mismo y de la generación que le ha tocado vivir (No mas Myolastan o Prefiero no), o cantar las cosas más tristes de la forma más alegre y efusiva (Esta noche sólo cantan para mí). Así que yo no sé vosotros, pero yo voy a desenpolvar las chapitas y los digipacks de Elephant y a lo mejor me planteo volver a dejarme el flequillo largo.

R: Como diría cualquier contertulio de tres al cuarto en cualquier debate televisivo barato, "me alegro mucho de que saque usted el tema de Chicos malos, señora Estela". Porque esa canción (que tiene un deje tremendo a Ellos, para qué vamos a negarlo), y ninguna otra, sintetiza a la perfección el punto en el que se encuentra Milkyway al presentar ante el mundo La revolución sexual: "porque hoy prefieres a los chicos malos / y a los chicos desenfrenados". Vamos, que en menos de diez años hemos vuelto a encerrar las corbatas y ser popi mola menos que ver Escenas de matrimonio. Pero es que Guille Milkyway no es un popi cualquiera: es posiblemente uno de los tíos más inteligentes de la escena musical y cultural patria. Tal y como comentábamos Estela y yo en una conversación el otro día, este hombre es un portento post-moderno que trufa sus letras de referencias culturales intertextuales (¿Second life?... ¡genial!). Y, sobre todo, es de los pocos que puede metértela doblada obligándote a escuchar una canción con atención: si crees que Esta noche sólo canta para mí es una coña al respecto de las petardas surgidas de Operación Triunfo, empieza a considerar que los nombres tan poco sugerentes que se mencionan pueden referirse en realidad a divas del jazz vocal como Nina Simone o Blossom Daerie. Lo dicho: post-modernidad pura y dura. Eso sin contar que, más allá de la cohartada intelectual, Milkyway se cubre las espaldas con melodías tremendas y con momentos de lagrimones poperos. Que sí, que repito lo que ha dicho mi compañera. Pero es que es inevitable mencionar las lagrimillas cuando se habla de La Casa Azul. Porque no es tonti-pop todo lo que reluce.

Guille: "Yo no sé para qué coño metí a los niños y me dió
por no dar la cara en los anteriores discos...
con lo sexy que me queda esta barba.
Ya tengo a todos los osos gayers en el bolsillo"


E: (Y yo me pregunto, ¿nos encontraremos en el concierto de Barcelona del día 15 a Galletas, aquel personaje mítico del chat precursora de la Cañizares de Camera Cafe -pero en grande y popi- dándolo todo y acosando a Guille Milkyway en el backstage pidiéndole que la lleve a su Chicle Cosmos? Esto es poco probable, porque esta chica no era de Barcelona, pero era la excusa perfecta para sacarla a colación porque en su momento nos impactó mucho.)

R: (Joder... y yo que me había olvidado de Galletas... Me ha encantado la corrección política de "grande y popi". Por grande entendemos gorda, ¿no? Por cierto, a ver cuándo nos marcamos un top 10 de los nicks más absurdos que nos hemos encontrado en nuestros periplos internetiles.)