E: Cualquier diseñador gráfico tendría que tener claros los riesgos que supone combinar lila con verde, que por lo general se dan de hostias. Pero cuando se filtró la portada del que iba a ser el noveno disco de Animal Collective, nadie se fijó en si los colores pegaban o no. Lo que más llamaba la atención era su diseño psicodélico e hipnotizante. Los niños mimados de la crítica más cool apostaban fuerte escogiendo para la portada una imagen que juega con las vista y "que se mueve", como los posters aquellos tan noventas que escondían un dibujo dentro de una imagen inconexa y que te obligaban a pegar la nariz en el papel con el objetivo de verlo. Afortunadamente, una no tiene aquella sensación de parecer gilipollas como antaño mirando esto. Y es que nunca la portada de un disco dejaba tan claro cuáles eran las intenciones de su contenido. Lo que Animal Collective querían era que uno al mirar esa imagen se quedara, básicamente pillado. Atrapado en las ondeantes figuras y sin ánimo de escapar a la atracción del dibujo. Y ahora que hemos escuchado Merriweather Post Pavillion, descubrimos que nos pasa lo mismo en cuanto nos ponemos su primera pista...
R: Una cosita antes de lanzarme al ruedo: de hecho, la primera vez que vi la portada de Merriweather Post Pavillion, ¡estaba totalmente convencido de que era un gif animado! Eso sí, que conste que soy tan poco fan de Animal Collective que ni una portada tan resultona consiguió levantar mi interés por escuchar el álbum en cuanto se filtro. Craso error... Hace una semana que lo escucho a piñón. Sin tregua. Dejando de lado otros discos que, a priori, deberían tenerme más enganchado. Dejad que os describa la primera vez que escuché este disco. Pongo la primera canción, In the flowers, y todo me suena tan Animal Collective, tan a gusto acurrucados en su maraña de sonidos experimentales, que me provoca un pinchazo de disgusto. Pero, ¡coño! ¿¡qué es esa fanfarria que sobrevuela el horizonte hasta mi cabeza!? ¿¡No es, de verdad, ese pop orquestal-experimental que la banda siempre ha cacareado pero que nunca han sido capaces de lanzar al público no animalcollectivero mediante amarres, sogas, guías que les oriente!? Después llega My Girls, lo que sería un jitazo incontestable si viviéramos en un mundo en el que te enseñaran música en la escuela. Su estribillo (¡tiene estribillo! ¡y es maravilloso!) se te clava en el pecho como un broche de punta afilada: doloroso, pero infinitamente bello. De ahí hasta el final (destacando Lion in a coma y Brothersport), perdido en una maraña de melodías que se expanden y se contraen, de referencias africanas y étnicas que dejan en pañales al moderneo más recalcitrante... me doy cuenta de que, por fin, Animal Collective han conseguido exponer ordenada y seductoramente las conclusiones de toda la experimentación que han practicado en sus álbums anteriores (incluyendo la excelente aventura en solitario de Panda Bear). Decían que Strawberry Jam era su disco más accesible. Mentira. Su disco más accesible es Merriweather Post Pavillion. Accesible... y disfrutable.
E: Quizá debería haber empezado el post pronuciando también mi antipatía al fenómeno Animal Collective. No espereis otra cosa. En el anterior Primavera Sound ya os dijimos que abandonamos su directo para irnos a la pista zapatilla par ver a Kavinsky. Y lo que me empujó a escuchar Merriweather... fue básicamente la curiosidad. Un "joder, a ver qué pasa con esta gente que está todo dios dando la brasa con el disco". Es decir, lo que no había hecho hasta el momento con ningún otro. Y me fascinan más, cuanto más los escucho. El disco es como un curiosa droga que uno rechaza desde un principio y al que le facilitan la primera dosis gratis. Y para desgracia propia, y como en los peores casos, cuando la pruebas no hay marcha atrás, y acabas como Raül, teniéndolo en plan repeat en tu equipo y en tu cabeza. Es cierto que In the Flowers suena muy Animal Collective, si lo comparas con los sonidos asentados en Strawberry jam. Es un inicio efectista y efectivo. Como lo es su experimentalismo. El problema es que, como Raül dice, My Girls te atrapa sin perdón y el resto es un dejarse llevar a ratos placentero y a ratos enervante que engancha sobremanera. Un guitly pleasure hecho de melodías pop bañadas en psicodelia setentera, coros a lo The Beach Boys y sintetizadores machacones, marciales con un destacado tono tribal que tiene la única intención de retrotraernos a la época más primigenia del ser humano. Lo que hizo un día la electrónica más pura lo consiguen ahora Animal Collective. Lo consiguen con la dulzura impostada de Summertime Clothes (y hablando de guitly pleasures, nada peor que escuchar esta canción en enero), con el mantra repetitivo al más puro estilo Hare Krishna de Lion in a Coma y la explosión de Bluish, un orgasmo musical que esperas durante las seis primeras canciones y que encuentra su resolución con ella. Pero el viaje no acaba aquí, no esperes un bajón porque todavía queda el final de fiesta con Brotherspot, el clímax a una experiencia musical única que deviene en estos seis minutos finales que te obligarán a darle al play de nuevo. En definitiva, es un disco adictivo, enérgico, estimulante y alegre. La flipada que cualquiera elegiría si en el momento de meterse un lsd le dejaran escoger qué tipo de experiencia lisérgica quisiera vivir. Sí, a mi me gustaría pillar un globo de Animal Collective.
R: Una cosita antes de lanzarme al ruedo: de hecho, la primera vez que vi la portada de Merriweather Post Pavillion, ¡estaba totalmente convencido de que era un gif animado! Eso sí, que conste que soy tan poco fan de Animal Collective que ni una portada tan resultona consiguió levantar mi interés por escuchar el álbum en cuanto se filtro. Craso error... Hace una semana que lo escucho a piñón. Sin tregua. Dejando de lado otros discos que, a priori, deberían tenerme más enganchado. Dejad que os describa la primera vez que escuché este disco. Pongo la primera canción, In the flowers, y todo me suena tan Animal Collective, tan a gusto acurrucados en su maraña de sonidos experimentales, que me provoca un pinchazo de disgusto. Pero, ¡coño! ¿¡qué es esa fanfarria que sobrevuela el horizonte hasta mi cabeza!? ¿¡No es, de verdad, ese pop orquestal-experimental que la banda siempre ha cacareado pero que nunca han sido capaces de lanzar al público no animalcollectivero mediante amarres, sogas, guías que les oriente!? Después llega My Girls, lo que sería un jitazo incontestable si viviéramos en un mundo en el que te enseñaran música en la escuela. Su estribillo (¡tiene estribillo! ¡y es maravilloso!) se te clava en el pecho como un broche de punta afilada: doloroso, pero infinitamente bello. De ahí hasta el final (destacando Lion in a coma y Brothersport), perdido en una maraña de melodías que se expanden y se contraen, de referencias africanas y étnicas que dejan en pañales al moderneo más recalcitrante... me doy cuenta de que, por fin, Animal Collective han conseguido exponer ordenada y seductoramente las conclusiones de toda la experimentación que han practicado en sus álbums anteriores (incluyendo la excelente aventura en solitario de Panda Bear). Decían que Strawberry Jam era su disco más accesible. Mentira. Su disco más accesible es Merriweather Post Pavillion. Accesible... y disfrutable.
E: Quizá debería haber empezado el post pronuciando también mi antipatía al fenómeno Animal Collective. No espereis otra cosa. En el anterior Primavera Sound ya os dijimos que abandonamos su directo para irnos a la pista zapatilla par ver a Kavinsky. Y lo que me empujó a escuchar Merriweather... fue básicamente la curiosidad. Un "joder, a ver qué pasa con esta gente que está todo dios dando la brasa con el disco". Es decir, lo que no había hecho hasta el momento con ningún otro. Y me fascinan más, cuanto más los escucho. El disco es como un curiosa droga que uno rechaza desde un principio y al que le facilitan la primera dosis gratis. Y para desgracia propia, y como en los peores casos, cuando la pruebas no hay marcha atrás, y acabas como Raül, teniéndolo en plan repeat en tu equipo y en tu cabeza. Es cierto que In the Flowers suena muy Animal Collective, si lo comparas con los sonidos asentados en Strawberry jam. Es un inicio efectista y efectivo. Como lo es su experimentalismo. El problema es que, como Raül dice, My Girls te atrapa sin perdón y el resto es un dejarse llevar a ratos placentero y a ratos enervante que engancha sobremanera. Un guitly pleasure hecho de melodías pop bañadas en psicodelia setentera, coros a lo The Beach Boys y sintetizadores machacones, marciales con un destacado tono tribal que tiene la única intención de retrotraernos a la época más primigenia del ser humano. Lo que hizo un día la electrónica más pura lo consiguen ahora Animal Collective. Lo consiguen con la dulzura impostada de Summertime Clothes (y hablando de guitly pleasures, nada peor que escuchar esta canción en enero), con el mantra repetitivo al más puro estilo Hare Krishna de Lion in a Coma y la explosión de Bluish, un orgasmo musical que esperas durante las seis primeras canciones y que encuentra su resolución con ella. Pero el viaje no acaba aquí, no esperes un bajón porque todavía queda el final de fiesta con Brotherspot, el clímax a una experiencia musical única que deviene en estos seis minutos finales que te obligarán a darle al play de nuevo. En definitiva, es un disco adictivo, enérgico, estimulante y alegre. La flipada que cualquiera elegiría si en el momento de meterse un lsd le dejaran escoger qué tipo de experiencia lisérgica quisiera vivir. Sí, a mi me gustaría pillar un globo de Animal Collective.
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