viernes, 16 de enero de 2009

discos4girls. Antony & The Johnsons - The Crying Light


R: Justo antes de que se filtrara The Crying Light, algo después de comprarnos el EP Another World, Estela y yo contrastábamos nuestras esperanzas respecto al nuevo disco de Antony & The Johnsons. Ella decía que esperaba que la cosa tirara por Shake that dog, aquella canción cruda y jazzística que incluso se filtró entre lo mejor del año en Pitchfork. Yo, sin embargo, afirmaba lo que sigo sosteniendo a día de hoy: hace tanto que no tengo ración de Antony (en su propio proyecto, nada de colaboraciones estelares), que más de lo mismo no sólo me parecería bien... me parecería absolutamente genial. Y eso es lo que hemos tenido al final. Más o menos. Cuando le das al play a The Crying Light, Her eyes are underneath the ground florece ante tus ojos como una composición delicada, atemperada, con una angustia expresada a través del minimalismo (musical) allá donde en sus anteriores discos optaba por la explosiva megalomanía instrumental. Epilepsy is dancing vuelve por los derroteros de I'm a bird now, o eso quieres pensar cuando llegas al doloroso estribillo. Pero si escuchas atentamente, con los ojos cerrados, en todo el álbum advertirás que, desde el principio, Antony está optando por la mínima expresión del dolor: nada de fanfarrias ni instrumentaciones grandilocuentes. Aquí el dolor se presenta desnudo, esquelético, raquítico, en su mínima expresión. Pero es esa mínima expresión la que lo convierte en algo mucho más magnificado que en sus anteriores trabajos: el silencio es el mejor amplificador para los sentimientos oscuros. Antony lo acaba de descubrir y así lo explota en canciones excepcionales como las mencionadas o Kiss my name (con el violín de comedia musical francesa más delicioso de los últimos tiempos), Another world (que ya anunciaba intenciones en el EP) y Daylight and the sun (en un sube y baja con una percusión que ataca directamente a tu conciencia). En definitiva, puede que The Crying Light no sea la revolución que todo el mundo estaba esperando: un buen puñado de torch songs dispuestas a inflamar el corazón de las drama queens adictos a pelucones y maquillaje. Más bien lo contrario. En esta ocasión, Antony nos da una bofetada sorda que nos invita a guardar silencio y escuchar sin prejuicios, dispuestos a disfrutar de la desnudez de su nuevo viejo sonido.

E: Y tal y como le dije a Raül una vez escuchado el disco, poco me importa que finalmente Antony no haya cambiado su rumbo y siga anclado en la melodía triste y nostálgica. Porque es único exponiendo sentimientos desgarradores y a su vez es necesario que siga componiendo como lo ha hecho hasta ahora. Eso sí, lejos de seguir explotando los arreglos de cuerda de cabaret melancólico, en The Crying Light asumen casi la misma importancia que su omnipresente piano los arreglos de viento, algo que no encontrábamos en sus otras entregas. Lo que, tal y como dice Raül, le da al conjunto un acabado de desnudez absoluta. Así que después del subidón Animal Collective, Antony de nuevo impone la tristeza de su voz y de su universo, como ya cantaba la Rosenvinge en su día, "la desazón se va a llevar en esta temporada". Bienvenida sea.

No hay comentarios: