miércoles, 8 de octubre de 2008

cine4girls. Arena y cal en Sitges


R: Rocknrolla. Supongo que a muchos el título de este post les sonará a canción de folclórica. A otros (a los que conozcan la vertiente gayer de la ciudad, básicamente), les sonará más bien a peli porno con profusión de penetración anal. Sabemos que lo segundo es lo que más se puede esperar de music4girls, pero nuestra intención es más bien poner bajo la lupa dos pelis que hemos visto en el Festival de Cine de Sitges: una buena y una mala, una de cal y otra de arena (pero no me pregunteis si la cal es buena o mala y lo mismo con la arena porque nunca me he aclarado con este refrán). Lo dicho: aunque aún me queden bastantes pelis por disfrutar en el Sitges, parece ser que la primera que vi nada más aterrizar en el evento puso el listón muy muy muy muy alto. Se trata de Rocknrolla, la vuelta al redil por todo lo alto de un Guy Ritchie post-Mado. No es que se haya separado de La Diva, sino más bien que se ha dado cuenta de que meterla con calzador en sus pelis y permitirle los excesos inherentes a toda Diva Coñocentrista no le estaba haciendo ningún bien a su filmografía. Así que, por un ratín, Ritchie se olvida de su mujercísima (lo que no es diferente, porque su matrimonio es más de postín que el de Tom Cruise) y se concentra en lo que mejor sabe hacer: partir de los bajos fondos londinenses (que no retratarlos, por el amor de Dios, que esto no es cine sobre violencia social a lo Meirelles) para construir un artefacto endiabladamente divertido que le pega una patada directa en la entrepierna a Mr. Tarantino. Para empezar, supera su duelo de bailes de Pulp Fiction con una de las escenas más divertidas que he visto últimamente en el cine; también le supera en diálogos elocuentes que supuran brío y mala baba (la explicación de cómo debe abofetear un matón debería hacerse mítica desde ya); la factura visual no tiene nada que ver con el autor de Kill Bill, pero no se queda atrás en virtuosismo y elegancia a la hora de filmar la acción y tomar el pulso a un ritmo impecable. Por su parte, los personajes, que nunca pretenden esa profundidad en la que a veces se embarra Tarantino, son fascinantes: desde OneTwo (Gerard Butler... y no empezaré con comentarios sobre su atractivo porque sería un festín de no parar) hasta la elegante mafia londinense, pasando por la inevitable femme fatale. Supongo que debería utilizar una expresión más británcia para definir el último trabajo de Guy Ritchie, pero es que lo primero que me viene a la cabeza es en francés: SAVOIR FAIRE.


E: Surveillance. La cal del primer fin de semana del festival (o la arena, que a mí tampoco me queda muy claro qué es lo bueno y qué es lo malo...) fue Surveillance. La segunda película de Jennifer Lynch, la Hijísima, que venía avalada por la producción ejecutiva de su padre. A mí el nepotismo no me parece mal, siempre y cuando esté justificado. Pero casos como este me obligarán a ponerme en guardia en el futuro. Soy incapaz de decir si Surveillance es objetivamente buena o mala. Como espectadora suelo sufrir dos tipos de experiencias con las películas: si me gustan mucho me fascino y me convierto en lo que Raül llama la "espectadora ideal" (porque soy capaz de tragarme hasta el final de El Truco final) o si me aburre o desagrada me vuelvo una especie de Atila y no dejo pasar ni una. Surveillance me aburrió soberanamente. Me pareció maniquea, obvia e innecesaria. Bajo la premisa de que "es un homenaje al american gothic de los setenta", presumiblemente tiene mucho del estilo de Lynch. Lo que llevado a la práctica significa que es un peñazo ambientado en la América Profunda donde todo el mundo es un canalla y un malo muy malo (sobretodo los polícias que son todos corruptísimos, qué original), menos la niña rubia que "en ocasiones identifica asesinos con la cara tapada." En cuanto a lo de tener mucho del estilo de su padre, alguien (el mismo David, sin ir más lejos) debería decirle que para éso no sólo basta con tener personajes de trasfondo oscuro, desconcertante y misterioso. Tampoco basta con fundamentar la narración en grabaciones de vídeo (recurso que podría ser extraordinario pero que en esta película resulta facilón y evidente. Jennifer, mirate Blow-Up y aprende). Y por supuesto no se consigue con un giro final que se suponga deje al espectador en vilo. Porque los giros finales son muuy arriesgados, y requieren de una narración muy sólida para no resultar patilleros.
No puedo decir si estamos ante una directora potencialmente interesante o digna heredera de su padre (es lo que tiene tener un apellido tan poderoso y dedicarse a lo mismo que tu padre, las comparaciones siempre te perseguirán). La trama de Surveillance es poco menos que sorprendente en manos de una mujer, y pese a lo mencionado más arriba, Lynch hija es capaz de captar imágenes poderosas y estructurar secuencias de una tensión asfixiante. Así que como mínimo se erige como una directora arriesgada con las ideas bastante claras.
Veremos qué pasa más adelante.


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